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    (Relatos / 128 páginas / 978-987-8341-80-4)

    En Memorias de Adriano, Margarite Yourcenar escribió: “Los dioses antiguos han muerto, los nuevos todavía no han aparecido”. Hacia la era titánica parece haberse escrito en la brecha de un tiempo semejante, pero lo que en éste se pone en juego no es sólo el fin de un imperio sino la extenuación misma de lo humano. La radicalidad del planteo es extrema. Allí está la hiperciencia con sus batallones de genetistas, inteligencias artificiales y bio-tanato-tecnologías, para borrar de la faz de la tierra el pensamiento, el espíritu, el arte, la corporalidad y los espectros, ya por completo absorbidos por su maquinaria vampírica. Ante el proceso de demolición generalizada, Arce antepone la elegancia narrativa. Pone un ojo en el telescopio y arma arcos temporales que abarcan guerras, pandemias, extinciones galácticas. Pone el otro ojo en el microscopio y define los detalles de la transmutación: el alimento, el sexo, la reproducción, los sueños, las terapias, la muerte. Caleidoscopio y fractal de la Extinción, no hay nostalgia posible. “Lo natural es monstruoso y lo artificial humano”, sentencia uno de los narradores y el libro parece dar vuelta la frase e iluminarla de otros modos: desde antes, desde siempre, el monstruo fue la naturaleza y lo humano un artificio pasajero. Cuando el futuro llegue y la literatura se vuelva indescifrable, las páginas de Hacia la era titánica serán leídas como el documento de una extinción, pero también como ápice de la elegancia intelectual y celebración de lo que la imaginación puede. El acontecimiento, entonces, es doble: el fin de una larga era, ya tiene el libro que lo cuenta. (Pablo Farrés)

    Hacia la era titánica - Rafael Arce

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    (Relatos / 128 páginas / 978-987-8341-80-4)

    En Memorias de Adriano, Margarite Yourcenar escribió: “Los dioses antiguos han muerto, los nuevos todavía no han aparecido”. Hacia la era titánica parece haberse escrito en la brecha de un tiempo semejante, pero lo que en éste se pone en juego no es sólo el fin de un imperio sino la extenuación misma de lo humano. La radicalidad del planteo es extrema. Allí está la hiperciencia con sus batallones de genetistas, inteligencias artificiales y bio-tanato-tecnologías, para borrar de la faz de la tierra el pensamiento, el espíritu, el arte, la corporalidad y los espectros, ya por completo absorbidos por su maquinaria vampírica. Ante el proceso de demolición generalizada, Arce antepone la elegancia narrativa. Pone un ojo en el telescopio y arma arcos temporales que abarcan guerras, pandemias, extinciones galácticas. Pone el otro ojo en el microscopio y define los detalles de la transmutación: el alimento, el sexo, la reproducción, los sueños, las terapias, la muerte. Caleidoscopio y fractal de la Extinción, no hay nostalgia posible. “Lo natural es monstruoso y lo artificial humano”, sentencia uno de los narradores y el libro parece dar vuelta la frase e iluminarla de otros modos: desde antes, desde siempre, el monstruo fue la naturaleza y lo humano un artificio pasajero. Cuando el futuro llegue y la literatura se vuelva indescifrable, las páginas de Hacia la era titánica serán leídas como el documento de una extinción, pero también como ápice de la elegancia intelectual y celebración de lo que la imaginación puede. El acontecimiento, entonces, es doble: el fin de una larga era, ya tiene el libro que lo cuenta. (Pablo Farrés)

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